Tener hijos en edad adolescente
puede a menudo llevarte a hacer la pregunta: ¿Qué hice mal? Esta pregunta nos
la hacemos a menudo los padres que tenemos hijos entre los trece y diecisiete
años de edad porque es, de acuerdo a los expertos en relación a este tema, la edad más
difícil para los jóvenes.
Desde mi punto de vista, puede
resultar difícil principalmente porque están como descolocados en lo
que sería su categoría de edad. No Juegan con otros niños entre el grupo de 10
a 13 años porque se sienten que han superado esta etapa pero tampoco se sienten
bien entre los de 13 y 17, porque a esta edad la mayoría de ellos se creen más
adultos de lo que son.
Voy a contarles la experiencia
que tuve con mis hijas, así que solo me referiré a adolescentes hembras porque
sencillamente es de lo que hasta ahora he vivido.
En esta edad comienzan las
pequeñas fiestas en las casas de los compañeros de clase y como es natural
quieren ser las primeras en llegar y las ultimas en irse. En este caso tomé la
decisión de llevarlas y buscarlas yo en la casa donde se realizaba el evento,
con lo cual fue relativamente fácil porque yo como autoridad terminaba
decidiendo la hora. A veces me tocó esperarme un poco en el carro, porque no
faltó una oportunidad en la que se me pidiera: “déjame estar un poco más”. A
llegar a casa yo siempre las besaba y abrazaba un poco para saber si olían a
alcohol, cigarrillo u otra sustancia que no queremos que nuestros hijos
prueben. Así me enteré cuando tomaron alcohol y una de ellas fumó.
No debemos
desesperarnos por esto, a mí me fue bien, ofreciéndole bebidas en casa y
enseñándolas a tomar con responsabilidad advirtiéndolas de los peligros del
abuso. De igual manera me pasó con el ingreso de mi menor hija al mundo de los
fumadores.
Advertí los peligros, promoví su participación en actividades
físicas que requerían respirar bien, como el deporte y en poco tiempo terminó
dejándolo, por decisión propia.
Soy la madre de dos mujeres hoy en día y a pesar que las
crie yo con mis principios, valores y mis propias reglas, cada una es muy
diferente. Ellas mismas dirigieron mi sendero en este sentido ya que me
enseñaron a respetar la esencia de cada
una. No es bueno comparar a los hijos, son particularmente únicos.
Aprendí
enseñando que hay que dejarlos ser y no cortar su individualidad. En el futuro
veras que son felices y confían en sus propias capacidades para afrontar los
retos que se le presenten. Yo lo estoy viviendo ahora.
En esta etapa son muy rebeldes,
quieren protestar por todo, nada les parece bien, quieren comer lo que les da
la gana y muy especialmente comida chatarra o no saludable. La mayor de mis
hijas, una vez me pidió permiso para salir con unos amigos, incluyendo el chico
que le gustaba y yo no le di permiso porque no me pareció apropiado. Ella me
miró, no dijo nada y se encerró en su habitación. Al rato salió y me dijo que
le diera una explicación que fuera entendible para ella acerca del por qué yo
no la dejaba ir. ¿Se imaginan? Yo casi que me caigo para atrás del asombro. Allí
estaba mi pequeña adolescente esperando una respuesta. Al principio tenía ganas
de decirle que porque me daba la gana pero en su lugar le explique mis razones.
No las entendió mucho pero me mantuve firme y creo que me gane su respeto.
Posteriormente si un permiso para salir era negado por mí, ambas sabían que
nada iba a cambiar. Esto de mantenerme firme lo aprendí de mis padres, creo que
da muy buenos resultados porque el individuo está claro en lo que respecta a los mensajes que
enviamos sin generar la dualidad que
creo que es lo que desconcierta a los niños y jóvenes y en general a todo ser
humano.
Llega un momento en que los
amigos son lo máximo para ellas y en general tienen a copiar conductas de las
más populares del cole y no quieren que les des muestras de afecto delante de
ellas, esto al principio me dolía, pero ya llegando a los dieciocho, vuelven a
ser las mismas y te abrazan y te besan sin importarles quien las vea.
Otra enseñanza que me dio mi hija
menor como madre para esta etapa de sus vidas, es que siempre debes atenderlas
cuando te hablan o te están contando algo que les sucedió en el día. Muchas
veces, estresada por el trabajo, las labores del hogar, me decía a mí misma que
estaba muy ocupada y mientras ella me hablaba yo tenía la mente en mil cosas
diferentes menos en lo que ella me decía. Como imaginaran, no supe que
contestar porque en realidad no le estaba prestando atención. Para terminar de
sepultarme, mi hija me dijo:” Siempre me miras pero no es a mi a quien Ves”.
Desde allí, decidí ser mejor persona y cada vez que ellas me hablan yo las miro
y escucho lo que tienen que decirme. Hay que prestarles mucha atención, en esas
conversaciones te enteras del chico que le gusta, del que no le cae bien, de su
mejor amiga, de la materia que más
entienden, del amigo a amiga que fuma, en fin ellas mismas te dicen todo lo que
necesitas saber con solo prestarles atención.
Eso de sentirse mujeres en lugar
de niñas que es lo que son, es un dilema para ellas. Se creen adultas pero
piensan y actúan como niñas. Por eso quizá les guste una persona de mayor edad
y crean que ese es el hombre de sus vidas, menos mal que descubren pronto que
no es así. ¿Si lloran por un mal amor que no las quiere? pues si y hay que
apoyarlas enseñándoles lo que valen, siempre les decía: “El se lo pierde” y asi
aprendieron que amarse así mismas les da su propio valor.
El sexo es un tema para padres e
hijos muy interesante. En mi caso procuraba dar la mayor información que
consideraba pertinente porque igual pueden escuchar ideas erradas en los
amigos, así que es mejor ser lo más sincero y explícitos posible en la medida
que vayan avanzando en la edad.
Aunque creo que la educación
sexual se hace desde edades tempranas transmitiendo valores desde que
están pequeños. Si le enseñamos a
respetar su cuerpo, damos permiso a aceptar su identidad partiendo de la base
de enseñarles a amar su cuerpo.
Siempre lo quise transmitir como
que debíamos ser responsables con nuestra sexualidad y eso aprendieron bien mis
hijas. A mí me funcionó ante preguntas directas, dar respuestas directas y
luego buscar bibliografía que me apoyara en su formación. El dialogo es
importante, sobre todo si como en mi caso particular recae sobre ti todos los
aspectos de la crianza.
¿Amigas, madre e hija? Pues se puede,
hay que darles confianza y hacer que ellas confíen. Les decía que si tenían
algún problema, nadie las iba a apoyar más que yo puesto que mi amor es
incondicional hacia ellas. Esto me funciono y aun me funciona todavía.
Seguramente no me cuentan todo porque siempre seré la madre, pero si cuentan
conmigo en los momentos alegres y en los difíciles y ellas lo saben.
Finalmente creo que Dios, su
Paciencia Infinita y mi gran amor hacia ellas me ayudaron a llevarlas a ser la
mejor versión de si mismas. Superaron su adolescencia como cualquier otra chica
y hoy son grandes mujeres buscando cada dia superarse y reinventarse.
Espero les haya gustado, nos
veremos en otra oportunidad.
Autor: Andreina Dommar
Equipo de Vive Genial
Excelentes consejos!!
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