martes, 4 de octubre de 2016

La adolescencia, edad difícil




Tener hijos en edad adolescente puede a menudo llevarte a hacer la pregunta: ¿Qué hice mal? Esta pregunta nos la hacemos a menudo los padres que tenemos hijos entre los trece y diecisiete años de edad porque es, de acuerdo a los expertos en relación a este tema,  la edad más difícil para los jóvenes.

Desde mi punto de vista, puede resultar difícil principalmente porque están como descolocados en lo que sería su categoría de edad. No Juegan con otros niños entre el grupo de 10 a 13 años porque se sienten que han superado esta etapa pero tampoco se sienten bien entre los de 13 y 17, porque a esta edad la mayoría de ellos se creen más adultos de lo que son.

Voy a contarles la experiencia que tuve con mis hijas, así que solo me referiré a adolescentes hembras porque sencillamente es de lo que hasta ahora he vivido.

En esta edad comienzan las pequeñas fiestas en las casas de los compañeros de clase y como es natural quieren ser las primeras en llegar y las ultimas en irse. En este caso tomé la decisión de llevarlas y buscarlas yo en la casa donde se realizaba el evento, con lo cual fue relativamente fácil porque yo como autoridad terminaba decidiendo la hora. A veces me tocó esperarme un poco en el carro, porque no faltó una oportunidad en la que se me pidiera: “déjame estar un poco más”. A llegar a casa yo siempre las besaba y abrazaba un poco para saber si olían a alcohol, cigarrillo u otra sustancia que no queremos que nuestros hijos prueben. Así me enteré cuando tomaron alcohol y una de ellas fumó. 

No debemos desesperarnos por esto, a mí me fue bien, ofreciéndole bebidas en casa y enseñándolas a tomar con responsabilidad advirtiéndolas de los peligros del abuso. De igual manera me pasó con el ingreso de mi menor hija al mundo de los fumadores. 

Advertí los peligros, promoví su participación en actividades físicas que requerían respirar bien, como el deporte y en poco tiempo terminó dejándolo, por decisión propia.

 En el colegio quieren maquillarse, cambiar su peinado, rasurarse los vellos de las piernas, es decir comienzan a ser coquetas. Siempre deje que se expresaran como querían, conservando lo que consideraba para mí era lo justo: nada de maquillaje en el cole y como había que llevar el cabello recogido, no tuvimos problema con eso ya que ellas acataban la disciplina del cole y la mía.  Si iban a una reunión les permitía que se maquillaran un poco, cuando llegaron a los quince años.

Soy la madre de dos mujeres hoy en día y a pesar que las crie yo con mis principios, valores y mis propias reglas, cada una es muy diferente. Ellas mismas dirigieron mi sendero en este sentido ya que me enseñaron a   respetar la esencia de cada una. No es bueno comparar a los hijos, son particularmente únicos. 

Aprendí enseñando que hay que dejarlos ser y no cortar su individualidad. En el futuro veras que son felices y confían en sus propias capacidades para afrontar los retos que se le presenten. Yo lo estoy viviendo ahora.

En esta etapa son muy rebeldes, quieren protestar por todo, nada les parece bien, quieren comer lo que les da la gana y muy especialmente comida chatarra o no saludable. La mayor de mis hijas, una vez me pidió permiso para salir con unos amigos, incluyendo el chico que le gustaba y yo no le di permiso porque no me pareció apropiado. Ella me miró, no dijo nada y se encerró en su habitación. Al rato salió y me dijo que le diera una explicación que fuera entendible para ella acerca del por qué yo no la dejaba ir. ¿Se imaginan? Yo casi que me caigo para atrás del asombro. Allí estaba mi pequeña adolescente esperando una respuesta. Al principio tenía ganas de decirle que porque me daba la gana pero en su lugar le explique mis razones. No las entendió mucho pero me mantuve firme y creo que me gane su respeto. Posteriormente si un permiso para salir era negado por mí, ambas sabían que nada iba a cambiar. Esto de mantenerme firme lo aprendí de mis padres, creo que da muy buenos resultados porque el individuo está claro  en lo que respecta a los mensajes que enviamos sin  generar la dualidad que creo que es lo que desconcierta a los niños y jóvenes y en general a todo ser humano.

Llega un momento en que los amigos son lo máximo para ellas y en general tienen a copiar conductas de las más populares del cole y no quieren que les des muestras de afecto delante de ellas, esto al principio me dolía, pero ya llegando a los dieciocho, vuelven a ser las mismas y te abrazan y te besan sin importarles quien las vea.

Otra enseñanza que me dio mi hija menor como madre para esta etapa de sus vidas, es que siempre debes atenderlas cuando te hablan o te están contando algo que les sucedió en el día. Muchas veces, estresada por el trabajo, las labores del hogar, me decía a mí misma que estaba muy ocupada y mientras ella me hablaba yo tenía la mente en mil cosas diferentes menos en lo que ella me decía. Como imaginaran, no supe que contestar porque en realidad no le estaba prestando atención. Para terminar de sepultarme, mi hija me dijo:” Siempre me miras pero no es a mi a quien Ves”. Desde allí, decidí ser mejor persona y cada vez que ellas me hablan yo las miro y escucho lo que tienen que decirme. Hay que prestarles mucha atención, en esas conversaciones te enteras del chico que le gusta, del que no le cae bien, de su mejor amiga, de la materia que  más entienden, del amigo a amiga que fuma, en fin ellas mismas te dicen todo lo que necesitas saber con solo prestarles atención.

Eso de sentirse mujeres en lugar de niñas que es lo que son, es un dilema para ellas. Se creen adultas pero piensan y actúan como niñas. Por eso quizá les guste una persona de mayor edad y crean que ese es el hombre de sus vidas, menos mal que descubren pronto que no es así. ¿Si lloran por un mal amor que no las quiere? pues si y hay que apoyarlas enseñándoles lo que valen, siempre les decía: “El se lo pierde” y asi aprendieron que amarse así mismas les da su propio valor.
El sexo es un tema para padres e hijos muy interesante. En mi caso procuraba dar la mayor información que consideraba pertinente porque igual pueden escuchar ideas erradas en los amigos, así que es mejor ser lo más sincero y explícitos posible en la medida que vayan avanzando en la edad.
Aunque creo que la educación sexual se hace desde edades tempranas transmitiendo valores desde que están  pequeños. Si le enseñamos a respetar su cuerpo, damos permiso a aceptar su identidad partiendo de la base de enseñarles a amar su cuerpo.
Siempre lo quise transmitir como que debíamos ser responsables con nuestra sexualidad y eso aprendieron bien mis hijas. A mí me funcionó ante preguntas directas, dar respuestas directas y luego buscar bibliografía que me apoyara en su formación. El dialogo es importante, sobre todo si como en mi caso particular recae sobre ti todos los aspectos de la crianza.

¿Amigas, madre e hija? Pues se puede, hay que darles confianza y hacer que ellas confíen. Les decía que si tenían algún problema, nadie las iba a apoyar más que yo puesto que mi amor es incondicional hacia ellas. Esto me funciono y aun me funciona todavía. Seguramente no me cuentan todo porque siempre seré la madre, pero si cuentan conmigo en los momentos alegres y en los difíciles y ellas lo saben.

Finalmente creo que Dios, su Paciencia Infinita y mi gran amor hacia ellas me ayudaron a llevarlas a ser la mejor versión de si mismas. Superaron su adolescencia como cualquier otra chica y hoy son grandes mujeres buscando cada dia superarse y reinventarse.


Espero les haya gustado, nos veremos en otra oportunidad.



Autor: Andreina Dommar

Equipo de Vive Genial

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